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Vínculo vital en la Amazonía Peruana: Gente Sana – Ecosistemas Sanos

“La conservación de la naturaleza pasa por asegurar el bienestar de las personas”, comenta el Blgo. Aldo Soto, de WWF, quien desde hace años trabaja en el complejo de humedales del Abanico del Pastaza, en la Amazonía norte del Perú.

En dicha región, el pueblo kandozi, uno de los más representativos de la Amazonía peruana – y socio de WWF para la conservación – se ha convertido en un caso icónico. Desde antiguo, este grupo indígena ha vivido estrechamente comprometido con la conservación y manejo sostenible del lago más grande de la Amazonía peruana, el Rimachi.

Sin embargo, cuando los kandozi cayeron presa de la hepatitis B – introducida años atrás, probablemente durante las exploraciones petroleras -, se encontraron frente a la necesidad de buscar asistencia médica fuera de sus territorios, ya que ni su medicina tradicional ni los shamanes podían contra esta nueva y agresiva epidemia. Ante la limitada ayuda externa y la escasez de servicios de salud, se vieron forzados a sobreexplotar y vender sus recursos sin restricción para intentar costear así la asistencia médica requerida, contradiciendo así años de compromiso con la conservación.

Fue así que, lamentablemente, los estudios realizados por WWF identificaron que, pese al gran avance en la conservación del Rimachi, conforme la epidemia de hepatitis avanzaba, los contratos ilegales de las comunidades con pescadores foráneos se incrementaban, motivados por la urgencia de la población para atender sus problemas de salud.

Este fue un punto de quiebre para WWF, por lo que replanteó su estrategia de conservación en la zona, incorporando la relación entre la salud humana y la salud de los ecosistemas como una prioridad, a través del fortalecimiento de capacidades locales e incidencia con autoridades y medios de comunicación.

Hace unas semanas, este nuevo enfoque dio sus frutos, cuando una comisión encabezada por los Ministros de cultura y salud, visitó la lejana provincia del Datem del Marañón – donde se encuentra el Abanico del Pastaza – para anunciar el lanzamiento del nuevo programa de Aseguramiento Universal en Salud. Esta iniciativa del gobierno es un compromiso para mejorar los servicios gratuitos de salud en presupuesto, infraestructura, personal y medicinas; y la selección de esta provincia para su implementación piloto, es resultado del trabajo conjunto de la población indígena kandozi y shapra, organizaciones como ORKAMUKADIP y CORPI, el Comité Ciudadano de Lucha contra la Hepatitis, el Municipio del Datem del Marañon y WWF, entre otros.

“Los kandozi esperaron demasiado para ser atendidos y a pesar de esta grave enfermedad se mantuvieron comprometidos a conservar su territorio y sus recursos naturales, base vital para su supervivencia y su identidad cultural” agrega Soto. “Por ello, nuestra finalidad era contribuir al bienestar de ellos (2000 pobladores kandozi) que son nuestros aliados para la conservación, pero nunca imaginamos que estos esfuerzos conjuntos resultarían en beneficio de los 58,000 pobladores de la provincia.”

Niña Kandozi

Salud compartida

El complejo de humedales del Abanico del río Pastaza al norte de Perú, es el sitio Ramsar más grande en la Amazonía, con una extensión similar a Suiza (3,8 millones de hectáreas). Es un lugar de biodiversidad y productividad extraordinarias y es el hábitat de especies únicas como los delfines de río gris (Sotalia fluviatilis) y rosado (Inia geoffrensis), el manatí amazónico (Trichechus inunguis) y otras de alto valor comercial como el paiche (Arapaima gigas), el pez más grande de la cuenca amazónica, y demás peces que en otros lugares casi han desaparecido.

Por años, esta gran productividad fue su principal problema, ya que la sobrepesca a manos de pescadores foráneos llevó a sitios como el lago Rimachi al borde del colapso. Ante esta realidad, los kandozi se organizaron para limitar el acceso de pescadores externos, definieron tallas y temporadas de captura según especie, mejores prácticas, e incluso, diseñaron el primer plan de manejo pesquero aprobado por el Estado a un pueblo indígena. Así, no solo recuperaron el Rimachi, sino que gracias al manejo lograron incrementar sus ventas y con ellas los ingresos percibidos por esta actividad.

Este trabajo ha sido posible gracias el apoyo de Mac Arthur Foundation, La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID DI).